Venidos a menos

David Ordinas y Pablo Puyol, dos artistas consagrados en el musical con largas carreras tanto en teatro, televisión o cine, llegan con un formato mucho más pequeño de lo que estamos acostumbrados a ver cuando ellos están en escena. Dos actores y una guitarra capaces de reírse de ellos mismos sin límite. Un espectáculo en el que no sabes hasta qué punto están hablando de ellos o es pura ficción, son ellos, ellos en situaciones locas y seguramente en más de una situación real que se confunde entre tanto surrealismo pasado de vueltas. Un espectáculo fresco y muy vivo: se ríen de su situación actual, de si realmente están "Venidos a menos" en sus carreras profesionales pero se les ve vivos en el escenario. Se siente que el proyecto es suyo y lo sienten como tal más allá de grandes producciones.

Venidos  a menos es un pequeño hijo nacido de sus propias ideas, hablan de que es difícil vivir del arte pero percibes que el arte les está dando la vida. La música es muy divertida y realmente efectiva, todo con unos armónicos impecables, sencilla y directa compuesta expresamente para el espectáculo. A nivel técnico el show es sencillo pero impecable, una iluminación casi invariable durante el espectáculo que ronda en formato entre un concierto de bar o un monólogo pero con el lenguaje del musical que ambos dominan, por tanto la iluminación de vez tiene pequeño efectos que muestran un buen cuidado trabajo de los acabados.

Un show rompedor, no apto para los que se ruboriza rápido y por los que no sepan hacer chistes de las cosas de uno mismo. En definitiva, podrá ver a dos amigos hablando de sus cosas como muchos otros espectáculos de humor pero con la netedad y rigurosidad de un espectáculo de teatro musical, mucho cuidado en el técnico y el musical que lo distingue de cualquier otro show del estilo. Si deseas pasar un rato divertido, reír y hacer de las penas un motivo para ser feliz, "Venidos a menos" es un espectáculo muy recomendado.

Conocidos como actores de musical y para la televisión, Pablo Puyol y David Ordinas juegan a reírse de ellos mismos en este espectáculo de humor y canciones fresco, sencillo y desenfadado. Con una guitarra y algunos instrumentos de percusión como únicos elementos para apoyarse, los dos actores demuestran una buena química escénica, capacidad de improvisación y una cierta mala leche muy divertida. El espectáculo es dinámico, rápido y muy entretenido, de manera que los 90 minutos más o menos que dura pasan volando. Ahora bien, no aporta nada nuevo como concepto. Ni es un show bestia, ni salvaje, ni más provocador que cualquier propuesta de cabaret o teatro de sesión golfa. De hecho, casi en todo momento, es muy amable con el público. Sin embargo, algunas canciones son muy ingeniosas y todo ello resulta bastante simpático, si obviamos algún chiste un poco más flojo de lo debido.