El padre es una historia que angustia porque la podemos protagonizar cualquiera de nosotros, o personas de nuestro entorno. Nos habla de la pérdida de la memoria, de la pérdida de la realidad, de la confusión de una mente envejecida por los años y de cómo lo vive su entorno. Sin nombrarla en ningún momento, nos habla de la enfermedad del Alzheimer.
Desde nuestra butaca asistimos angustiados a estas pérdidas de memoria o de identidad, aunque hay momentos que, como el padre, dudamos que no sean la hija y el yerno quien están haciendo confundir la mente del padre con oscuras intenciones.
Héctor Alterio nos seduce y nos hace sonreír a pesar de la tragedia que nos muestra. El papel parece hecho a su medida, y nos ha emocionado a pesar de los problemas de audición que nos han hecho sufrir en algún momento (estábamos a la fila 8), puesto que no nos acababa de apreciarse lo que decía. Es un actor de pies a cabeza, que recientemente ha cumplido ¡87 años!
Las situaciones se van sucediendo y a medida que avanza la pérdida de memoria del protagonista, la escenografía de Francisco Leal se va también desnudando y perdiendo el color y los matices que le daban vida. Es sin duda un gran acierto de esta propuesta.
Una obra que a nosotros nos ha gustado bastante y que sin duda nos inquietó.
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