Alfredo Sanzol, no es solo uno de los mejores autores de este país, Premio Nacional de Literatura Dramática por La Respiración, sino, además, un excelente director de actores, como ha demostrado a lo largo de su trayectoria, desde la mítica En la luna, con un reparto formidable, a La ternura, obra por la que recibió hace unos días el Premio Valle-Inclán, por citar solo algunas de ellas. Pues bien, Sanzol lo ha vuelto a hacer con La Valentía, probablemente, la mejor comedia del año.
La Valentía es una obra sobrenatural que está basada en hechos y ruidos reales, los de una casa que perteneció, y aún pertenece a la familia del autor, a pesar del tiempo y las circunstancias que la rodean. Una historia sobre la importancia de la sangre, la de nuestros ancestros, la que nos habla de quiénes somos, la de la familia en la que no cabe la idea de hacerse daño, la del presente y la del mañana, la que nos hierve en las venas y nos hace sentir vivos. Pero, sobre todo, la que nos da valor para enfrentarnos a la adversidad y la fuerza necesaria para intentar ser felices y hacer nuestros sueños realidad.
Sanzol ha vuelto a la comedia, en este caso, al vodevil más disparatado, pero con una carga de profundidad que hará saltar todo por los aires. Una obra dirigida con buen pulso, excelente ritmo y una sucesión de escenas desternillantes e inolvidables. Atentos a la escena del triciclo o a la de las hermanas gemelas. Esto es teatro, puro teatro y diversión.
Jesús Barranco, Font García, Natalia Huarte y Francesco Carril están fantásticos y no hay nada en ellos que no se disfrute desde el principio y al cien por cien, pero hay que destacar la pareja formada por Inma Cuevas y Estefanía de los Santos, un tándem prodigioso y explosivo que pasará sin duda a los anales de la historia del teatro.
Destacar también, por último, el estupendo trabajo de Guadalupe Valero en el vestuario y el de Fernando Sánchez Cabezudo en la escenografía.