Una función que se nos acurruca en el corazón

Todo el tiempo del mundo

Todo el tiempo del mundo
15/12/2016

Pablo Messiez ha creado «Todo el tiempo del mundo» a través de los recuerdos de su propia familia, inspirándose en la figura de su abuelo para tejer esta historia familiar que es a la vez presente, pasado y futuro. Un regalo envuelto en una función que se nos acurruca en el corazón. Una función de esas que no finalizan cuando comienzan los aplausos, si no que se quedan a vivir en nosotros por mucho tiempo.

Y es que Messiez es un explorador de almas y tiene la capacidad de hacer que, viendo su teatro y escuchando sus palabras, sintamos que estamos mirándonos hacia adentro. Él logra descubrir ese lugar íntimo donde su teatro, desprovisto de todo artificio se deja florecer, se enreda y se desenreda sin forzarse y acaba por fascinarnos a golpe de emoción.

Pero no sólo es él, es ese vestuario, esa iluminación, esa música, esa escenografía, ese elenco prodigioso que logran que vivamos la (des)memoria de esta historia embriagados y absolutamente conmovidos.

Es muy hermoso cuando uno no nota a los actores en escena porque siente que quienes tiene en frente, en esa zapatería, son realmente Flores, Nené, Amelia, y todos los habitantes de «Todo el tiempo del mundo». Bravo por Íñigo Rodríguez-Caro, María Morales, Javier Lara, Carlota Gaviño, José Juan Rodríguez, Mikele Urroz y Rebeca Hernando.

Sin duda una de los mejores acontecimientos teatrales del año.

← Volver a Todo el tiempo del mundo

¡Enlace copiado!