Elejalde y Wagener vuelven a cuestionar «¿Para qué sirve el amor?» en ‘La Voz Humana’

José Antonio Alba

El mundo del desamor, de la desolación y la sumisión regresa al Ambigú del Pavón Teatro Kamikaze de la mano de Israel Elejalde y Ana Wagener. Vuelve La Voz Humana de Jean Cocteau como uno de los “Greatest Hits” que está temporada se están mezclando con las nuevas propuestas en este escenario y que podremos ver hasta el 30 de noviembre.

Esta versión de La Voz Humana que tuvo una fantástica acogida por parte del público y que cosechó muy buenas críticas la temporada pasada, regresa para que podamos volver a deleitarnos con el trabajo de Ana Wagener que, con esta función, muestra un apabullante recital interpretativo del que muchas veces preferiríamos no ser testigos por el enorme dolor que supura.

Nuevamente nos adentramos en esta desconsolada historia de amor que se apaga. El teléfono volverá a sonar, a cortarse, a lanzar cuchillos de culpabilidad, a despedirse para siempre y a desgarrar el corazón y la vida de esta mujer sin nombre que, en la soledad de su habitación, suplicará y lanzará gritos ahogados de agonía como reflejo de todo aquel que ha amado y ha sido abandonado. “¿Para qué sirve el amor?” una pregunta que de nuevo volverá a quedar colgando de los labios de la protagonista.

Jean Cocteau escribió este texto como reflexión de la incomunicación y gracias a la adaptación que ha realizado Israel Elejalde, descubrimos que nada ha cambiado,el miedo a la soledad sigue existiendo, la seguimos padeciendo porque las relaciones humanas no varían. “El teléfono, entonces un avance en el terreno de las comunicaciones al alcance de las clases pudientes, es aprovechado por Cocteau para proponer una reflexión sobre la incomunicación, la dificultad de enfrentarse a la verdad, la ausencia y el dolor que esta provoca”

Cocteau, a través de la pérdida de su pareja y la dependencia a la drogas,encontró el camino para dar forma a los demonios que pueblan La Voz Humana y retratarlos bajo la apariencia de esa necesidad innata que poseemos de vivir para, y por, el otro. Mostrándonos el patetismo al que nos entregamos cuando sentimos el miedo a ser abandonados.

Un clásico que nos invita a la reflexión mirando frente a frente a la cara más perturbadora de nuestro propio dolor.

Texto José Antonio Alba

Foto Vanessa Rabade

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José Antonio Alba
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