Alberto Conejero: «He descubierto un texto hermoso y contradictorio»

José Antonio Alba

El día 19 de mayo se estrena una nueva adaptación de Fuente Ovejuna de Lope de Vega que, en esta ocasión, sube de manos de Javier Hernández- Simón y la cuarta promoción de la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico a las tablas del Teatro de la Comedia. Un Fuente Ovejuna que también podrá verse en la próxima edición del Festival de Teatro Clásico de Almagro y que cuenta con el nombre de Alberto Conejero como responsable de su adaptación.

Precisamente Alberto Conejero es quien se ha prestado a hablar con Teatro Madrid sobre lo que supone para él adaptar a Lope de Vega, qué opina sobre las nuevas voces del panorama teatral actual y su visión sobre Fuente Ovejuna:

Teatro Madrid.- Alberto, ¿cómo llegaste al proyecto?

Alberto Conejero.- Fue Hernández-Simón, el director, quien se puso en contacto conmigo; tuvimos una primera reunión en la que hablamos sobre el texto antes de que él tomara definitivamente la decisión de integrarme en el equipo. Es fundamental que el autor de la versión y el director de un clásico compartan un núcleo de convicción dramática, con otras palabras: cómo nos habla a nosotros «Fuente Ovejuna» aquí y ahora y qué queremos contar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Aunque aquí no he trabajado como dramaturguista y las decisiones finales de montaje corresponden al director y a su equipo.

 

TM.- No es la primera adaptación que realizas, ¿cómo es este tipo de trabajo? ¿Cómo se lleva a cabo?

AC.- Brecht habla de sentir intimidad y no intimidación por los clásicos. Creo que el amor y la devoción son la puerta al respeto que tanto se reclama para los textos clásicos. Yo he atendido a lo que «Fuente Ovejuna» me contaba a mí, como primer testigo de mi tiempo, como un primer espectador, desnudo de prejuicios. He procurado descubrirla sin el ruido de los siglos, sin el eco de tantas y tantas lecturas. Me he sentado como quien se sienta a la orilla de un río y atiende lo que el caudal dice. Y he descubierto un texto hermoso, contradictorio, en el que convergen las acciones más nobles y también las más ruines de los seres humanos.  No se trata de lo que yo sé de «Fuente Ovejuna» sino lo que «Fuente Ovejuna» sabe de mí. Quizá el trabajo más complicado ha sido el de sintetizar y clarificar todo el contexto histórico de la pieza, bastante oscuro para el espectador contemporáneo. Por otro lado, he atendido a la redistribución de ciertas réplicas entre personajes para que, con tantos actores, ninguno quedara desvaído. Hay acotaciones que han llegado por la tradición ecdótica. En mi dramaturgia he añadido acciones de los personajes que no estaban en el original, especialmente de los personajes de Jacinta y de Mengo.

 

TM.- Mirar frente a frente los versos de Lope de Vega y adaptarlos es un trabajo de alta responsabilidad y con un grado de vértigo importante, ¿no?

AC.- Creo haber sido absolutamente escrupuloso con la «Fuente Ovejuna» que leía y no con lo que la tradición me imponía sobre el material. Como os he comentado, es un texto muy contradictorio, una radiografía feroz y lacerante de las bondades y miserias de lo que somos como pueblo. No podemos entender la realidad hoy en día sin la yuxtaposición, no toleramos tanto una presentación lineal y plana la realidad. A mí me gusta siempre pensar cómo la mirada de un tercer personaje que mira, que se asoma a una escena en la que en principio no estaba, puede tensar ese momento. Así ocurre por ejemplo cuando en el monólogo famoso de Laurencia incorporo la mirada de Jacinta, que había sido violada antes y por la que «Fuente Ovejuna» no se levantó.

 

TM.- ¿A qué crees tú que es debido que un texto del Siglo de Oro como es “Fuente Ovejuna” siga tan vigente hoy en día?

AC.- Un texto es clásico en cuanto resulta contemporáneo a lo largo de los siglos. Y esto no tiene nada que ver con lo moderno, como dice Agamben sino con la capacidad que tienen de mostrar lo arcaico que encierra el presente. Yo he querido sacudirme esa idea, quizá heredera del romanticismo, de un pueblo heroico, adornado de todas las virtudes, que se alza contra el tirano. Eso está pero hay mucho más. Hay muchas contradicciones. ¿Acaso Fuente Ovejuna no espera a que toquen a la hija del alcalde para alzarse contra el tirano? ¿Acaso antes no estaban celebrando una boda «de la alta sociedad» mientras las campesinas eran ultrajadas? ¿No hay en Fuente Ovejuna algo «lampedusiano»: que todo cambie para que todo siga igual? ¿Acaso el poder no controla los estallidos de violencia y los utiliza como voladuras controladas y seguir en pie? Por otro lado, sentía mucha necesidad de entender al Comendador, no de justificarlo, pero sí de entenderlo. Dos sonetos del propio Lope nos sirven para escuchar a este hombre arrastrado por sus demonios.

 

TM.- ¿Ves posible un “Fuente Ovejuna” en la época que nos está tocando vivir?

AC.- Vivimos en un mundo en el que lo diversos poderes, aunque más líquidos y escurridizos, siguen ejerciendo su tiranía sobre nuestro futuro. ¿Cómo debemos reaccionar a la violencia? ¿Es la violencia una respuesta posible a la violencia? ¿Quién se beneficia de la violencia? ¿A quiénes benefician finalmente esos estallidos de violencia? Fuente Ovejuna lanza preguntas que, siglos después, siguen exigiendo respuesta. Creo que nos jugamos mucho del futuro si elegimos la vía equivocada.

 

TM.- No es tu primera colaboración con una “Joven Compañía”, en esta ocasión la de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, ¿podría decirse que estamos asistiendo al momento en el que la voz de las nuevas hornadas de artistas comienza a sonar con fuerza?

AC.- Creo que por fin estamos abordando una cuestión fundamental para la buena salud de nuestro teatro nacional y, por tanto, en parte también de nuestra sociedad.  Y es que los jóvenes tienen que hacer y disfrutar de un teatro que nos lo considere como visitantes forzados (o forzosos) sino que los mire frente a frente, que los considere en su realidad y no como un “adultosporvenir”.  A veces hablamos de los espectadores “del futuro” y yo pediría que hablemos de ellos como los espectadores del más presente, con más presente.

 

TM.- Hace poco más de un mes estrenabas “Ushuaia” en el Teatro Español, ahora es el turno del Teatro de la Comedia con esta adaptación de “Fuente Ovejuna” y en breve volveremos a saber de ti en otro Gran escenario, el del Teatro Romano de Mérida con “Troyanas”. Este podría decirse que es el año en el que estás conquistando grandes cimas, ¿no?

AC.- No hablaría de conquistas ni de cimas en la labor de un creador. Quisiera evitar esta tendencia tan de la modernidad líquida de calificar (y cualificar) todo en términos de éxito o de fracaso, de conquista o derrota. Soy afortunado porque algunos equipos han considerado que podría aportar algo desde la escritura. Y ojalá siga siendo así en el futuro.

 

TM.- ¿Qué nuevos montajes firmados por ti veremos en lo que queda de año?

AC.- He estrenado un texto propio y ahora esta versión pero la responsabilidad de los montajes es colectiva y pivota en sus directores.  A tu pregunta, creo que no estrenaré nada que yo haya escrito hasta la segunda mitad del año que viene – si soy capaz de encontrar producción- y que en esa ocasión, por fin, asumiré la responsabilidad de la dirección.

Y así, con este caramelo en los labios, nos despedimos de Alberto Conejero, agradeciéndole que haya compartido con nosotros su visión sobre Fuente Ovejuna, dejando en el aire todas esas cuestiones que este clásico de Lope de Vega nos lanza y que, incluso antes de su estreno, ya está agotando localidades.

Texto: José Antonio Alba

 

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José Antonio Alba
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