La adaptación teatral de ‘Tiempo de silencio’ cierra la retrospectiva a la memoria histórica de La Abadía.

José Antonio Alba

La versión teatral de Tiempo de Silencio de Luis Martín-Santos es la nueva producción que el Teatro de La Abadía pone en pie y con la que cierra la retrospectiva que, junto a Unamuno: Venceréis pero no convenceréis, Azaña, una pasión española y Europa, que a sí misma se atormenta, ha querido dedicar a la Memoria Histórica esta temporada.

Tiempo de Silencio ve la luz en la que es la segunda intentona de José Luis Gómez por llevarla a las tablas y que ha supuesto una compleja labor de adaptación al teatro por parte de Eberhard Petschinka. “Es un texto muy difícil de llevar a escena, se necesita alguien que tenga ese sentido de lo poético para poder hacerlo”, apunta Gómez, siendo Rafael Sánchez, director suizo descendiente de abuelos españoles y actual director asociado del Schauspiel Köln, quien ha aceptado el desafío de dar vida a esta historia que marcó la ruptura del concepto de narrativa en la literatura contemporánea, en la misma línea de autores como Joyce, Faulkner y Proust, creando una forma de contar mucho más “imaginativa, laberíntica; con saltos temporales, voces entremezcladas y distorsiones de la realidad” comenta José Lázaro, experto en la figura de Luis Martín-Santos, añadiendo además que Tiempo de Silencio es “Un ejemplo paradigmático de cómo transformar ambientes y personas que uno ha vivido o ha conocido en escenas y personajes literarios”.

Rafael Sánchez realiza una vivisección de nuestro país, y más concretamente de Madrid, aportando la mirada de quien viene de fuera. “La percepción fuera de nuestra realidad” y la objetividad, según José Luis Gómez, perfectas para dibujar este retrato social de los años cuarenta de nuestra ciudad. “La obra no habla de política porque era tiempo de callar” comenta Gómez “pero la vida que se refleja dan una buena imagen de esa España en la que muchos no podían llegar a ser”.

La historia de Tiempo de Silencio sucede en lo que, Ikerne Giménez responsable del vestuario y la escenografía, define como un espacio fantasma que “está pensando para la narración y para la representación”. Una medianera entre edificios que “tiene marcada la sombra de lo que fue” y que se transformará en diferentes espacios en función de lo que se esté contando en el momento. Al igual que le sucede al elenco de esta función coral, Sergio Adilo, Lola Casamayor, Julio Cortázar, Roberto Mori, Lidia Otón, Fernando Soto y Carmen Valverde, que deberán jugar, a través de unos personajes cambiantes, sin apenas elementos en los que apoyarse, y pasar de ser narradores a personajes o viceversa, para contarnos la historia de una ciudad que, según el equipo, aún a día de hoy vibra con ese silencio al que hace mención el título.

“Los tiempos de silencio se están rompiendo, pero aún siguen aquí” dice Rafael Sánchez bebiendo de Luis Martín-Santos para acercarnos con Tiempo de Silencio a un pasado aún candente, lleno de una gravedad casi de cuento, pero a la que no le falta el punto de sátira y cinismo con los que el propio autor quiso describir el Madrid de la época.

Texto José Antonio Alba

Texto Sergio Parra

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José Antonio Alba
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