‘La trilogía del infinito’, ¿una reconciliación entre Angélica Liddell y la escena española?

José Antonio Alba

Hace ya cuatro años que Angélica Liddell – Premio Ojo Crítico, Premio Valle-Inclán y Premio Nacional de Literatura Dramática – renunció a pisar los escenarios españoles tras el ninguneo y la falta de respeto hacia su trabajo al que, según ella, se vio sometida por parte de los teatros españoles. Rechazó volver a actuar en nuestro país; “tal vez cuando sea vieja” dijo en su momento y se ha dedicado a ofrecer sus creaciones en los mejores festivales internacionales, gracias en gran medida a la acogida por parte del Festival d’Avignon que la situó en el centro de las miradas del resto de escenarios europeos. Pero las promesas están para romperse y la Liddell lo ha hecho sacando toda la artillería, presentando la Trilogía del infinito. Una entrada triunfal que ha provocado, desde el momento que se anunció su participación en la programación de este año en los Teatros del Canal, que sus seguidores se relamieran de gusto pensando en el reencuentro con esta artista, ya convertida en todo un icono de la vanguardia escénica europea.

Los títulos que podremos ver, si es que se han conseguido entradas, agotadísimas desde hace tiempo, son: Esta breve tragedia de la carne, ¿Qué haré yo con esta espada? y Génesis 6, 6-7. Una trilogía que ella misma ha definido de la siguiente manera; siempre a través de su compañía Atra Bilis, pues ya es sabido su rechazo a conceder entrevistas La Trilogía del infinito no es nada más que la nostalgia de la belleza perdida, y como Hiperión, la belleza no se alcanza sin hacer la guerra, sin un acto violento que nos devuelva al origen, al silencio, a la oscuridad, cuando solo existía Dios y el verbo era canto, sin nombre para las cosas, una inversión del Génesis hasta llegar a las tinieblas, antes de la creación de la materia. La Trilogía del infinito es un canto a lo absoluto, a lo irracional, que solo se encuentra en el triángulo belleza-erotismo-muerte, como la máxima violencia que nos devuelve a la energía originaria, tinieblas, seno materno, o el instante anterior al Big Bang”. A través de estas tres propuestas que ahora presenta en Madrid, Liddell lanza cuestiones tales como “¿Qué somos sobre una mesa de disección? ¿Qué somos entre los dientes de un caníbal?”.

Esta breve tragedia de la carne, la primera de las piezas que componen la trilogía, se estrenó  en el Festival La Bâtie de Ginebra en el año 2015 y está inspirada en la figura de Emily Dickinson sobre la que Liddell reflexiona, “Emily no es un hombre ni una mujer sino una tierra de indios, de raptos, asesinatos y canibalismo, donde cada persona es un fusil cargado, donde el Dios de la ira alimenta la ira de los hijos de Dios. Emily desafía al mundo racional con su inteligencia y su encierro, con el enigma, rompiendo la ley de la comunicación, indiferente a la cronología mundana. A más encierro más contacto con el infinito. No fue amada porque nadie acepta ser amado por un fusil”.

Pasados los dos días de representaciones de la primera pieza, podremos asistir al que será el plato fuerte de la trilogía, ¿Qué haré yo con esta espada?, cuatro horas y media de espectáculo, estrenado en el Festival d’Avignon en el año 2016, en el que el canibalismo y la tragedia de Bataclán cobrarán forma “una rebelión contra el racionalismo nace del enfrentamiento entre la ley del Estado y la ley de la Poesía, entre la prosa del Estado y el arrebato del Espíritu”. Dos crímenes bien distintos, acaecidos en París, el del escritor japonés Issei Sagawa que devoró a una estudiante holandesa y  el cometido por islamistas en la trágicamente famosa sala de conciertos en el 2015.

Y para finalizar este maratón, que seguro dejará saciados a los seguidores de la Liddell tras esta larga ausencia, veremos Génesis 6, 6-7, estrenada en el año 2017 en el Napoli Teatro Festival. Inspirado en el antiguo testamento y en el mito de Medea. “Este Génesis se pone de acuerdo con la ira de Dios para devolver al mundo a las tinieblas. Un mundo agotado de soportar su miseria. Un mundo que no puede resolverse desde el materialismo ni el mecanismo horizontal sino mediante lo sagrado vertical”. Colofón a este reencuentro tan esperado que nos plantea una nueva pregunta: ¿Este regreso significará una reconciliación por parte de la Liddell con la escena nacional?

Texto José Antonio Alba

Fotos Luca del Pia e Isabelle Meister.

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José Antonio Alba
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