Sanchis Sinisterra juega a imaginar un futuro que no ocurrió con ‘El lugar donde rezan las putas’

José Antonio Alba

“El teatro para mi es una especie de oración laica o plegaria atea” comenta José Sanchis Sinisterra a propósito del título de su nuevo estreno, El lugar donde rezan las putas o que lo dicho sea, que ya podemos ver en el Teatro Español, y con el que juega sobre el dicho popularizado por, como dice el dramaturgo, “los bienpensantes (…) con esa especie de voluntad de menosprecio”, que afirmaba que en el teatro solo había putas y maricones.

Dos actores se encierran en una especie de almacén en “un barrio de mala nota” donde dejan volar la imaginación para “imaginar un futuro que no ocurrió”. Una historia que según el autor, es un nuevo intento dentro de su teatro de rescatar a los vencidos del olvido y constituirlo como “un receptáculo de la memoria” desde el que fabular con la teoría planteada por Benjamin Franklin“La realidad no solo es lo que es, si no también lo que pudo haber sido”- y disfrutar del juego de dos actores que regresan al teatro de la memoria que ya puso en práctica Sanchis Sinisterra en títulos como ¡Ay Carmela!, Terror y miseria en el primer franquismo o Enemigo interior.

El lugar donde rezan las putas o que lo dicho sea está creado expresamente para sus dos intérpretes, Paula Iwasaki y Guillermo Serrano. “Hicieron un ¡Ay, Carmela! que me conmovió, no solo por el trabajo interpretativo y puesta en escena, sino por la sinceridad, la sencillez y la honestidad” nos comenta Sanchis Sinisterra “Estuvimos hablando, querían hacer alguna otra cosa mía y les dije ‘Voy a escribiros una obra’. A partir de ese momento, empezó a nacer Donde rezan las putas que está escrito con la voz de ellos”. Todo un regalo que, a día de hoy, a los dos intérpretes les sigue emocionando “Cuando José nos dijo que había escrito este texto pensando en nuestras voces, eso todavía nos pone los pelos de punta” comenta Paula Iwasaki, a la que el destino, junto a Guilllemo Serrano, parecía tenderles hilos hacia a José Sanchis Sinisterra desde que comenzaron a estudiar interpretación en la RESAD: “El examen de primero de carrera fue una escena de ¡Ay Camela! de ahí nació su compañía, Caramba Teatro, en el 2011, para poder poner en escena el texto completo, llevándoles directamente hasta su autor “A partir de ese momento se fueron uniendo factores y mucha suerte”.

Este cúmulo de factores ha hecho que los tres hayan terminado montando el texto que ahora podemos ver sobre las tablas de la Sala Margarita Xirgu del Teatro Español. “Que José cogiese la batuta de la dirección nos ha sumergido en una especie de océano donde no había tiempo, donde hemos sido capaces de dejar de lado los resultados del proceso” comenta Guillermo Serrano. «Las fechas límite no importaban, si no disfrutar de los medios, de los recursos, y del tiempo de poder encontrar el detalle y la minuciosidad” subraya Paula Llegábamos con la sensación de estar investigando sobre un texto que no tenía fin”.

“La diferencia generacional es enriquecedora porque creo que una de las cosas que destacan de la figura de José es la profunda generosidad. (…) Cada premisa, cada nota, está hecha desde la horizontalidad”, nos cuenta Guillermo sobre un proceso en el que ha primado el trabajo en equipo. Esa generosidad de la que sus actores hablan, la pudimos comprobar en las palabras que el propio José Sanchis Sinisterra dedica a su ayudante de dirección, Eva Redondo, “Voy a decir que cambien el programa y en lugar de ‘Ayudante de dirección’ ponga ‘Codirección’ porque estamos trabajando a un nivel de absoluta complementariedad” y es que tras el infarto que sufrió hace un par de años, José debe respetar horarios y cuidar ciertos hábitos, con lo que su apoyo en el equipo, y en Eva en particular, es fundamental “Generalmente yo llego y ellos ya están trabajando. Eva ya ha resuelto un montón de dudas y problemas. A veces me siento el señorito. Pero no solo ella si no, todo el equipo. Me siento arropadísimo, pocas veces he afrontado un estreno con tanta tranquilidad”. Sanchis Sinisterra puntualiza que él considera que la labor del director no es la de imponer su criterio frente al del resto del equipo, si no que debe ejercer de “armonizador de las distintas creatividades» Sabiendo potenciar y equilibrar la creatividad de cada departamento «Toda mi vida he peleado contra los directores súper creativos que imponen su punto de vista en todos los ámbitos de la representación. Del teatro hay que rescatar su naturaleza de trabajo colectivo”.

Texto y Fotos José Antonio Alba

Escrito por
José Antonio Alba
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